Mientras muchos marplatenses disfutaban de un domingo al aire libre, más de una docena de padres comenzaban a llegar a las puertas de un colegio privado, situado en Bolívar al 4200, para poder acceder a una vacante para el ciclo lectivo 2010. Ya a las 8 de la noche, con una fila que superaba los veinte lugares, seguían llegando personas cargadas con reposeras, sillas plegables, mantas y canastas de mate dispuestos a pasar la noche a la intemperie, con el único objetivo de poder brindarles "una buena educación" a sus hijos.
Alicia tiene que inscribir una hija en sala de cuatro y un sobrino en primer grado. Llegó cerca de las dos de la tarde y está en el octavo lugar de la lista improvisada por los padres, escrita en una cartulina amarilla que pegaron en la puerta principal, con el fin de respetar el orden de llegada. Sentada en una reposera de playa y con una manta cubriendo sus piernas, cuenta los motivos por los que eligió ese colegio: "principlamente por una cuestión de comodidad, después por la facilidad de la cuota y porque sé que es buena la educación". En cuanto al proceso de inscripción, una vez que se abran las puertas del colegio, se les entregará una planilla con un número y luego la institución organizará una reunión de padres para explicar el proceso de selección.
Alicia recuerda su propia experiencia como alumna de una escuela pública. "En mi caso yo estudié en un colegio del Estado y no era el mejor nivel, pero tampoco era tan malo como ahora". A la hora de preguntarle por qué no lleva a su hijo a una escuela estatal, suspira y se ríe como marcando una obvia realidad y dice, simplemente, "porque no se puede". Finalmente agrega que "por un hijo, y sobre todo por su educación, vale la pena pasar toda la noche, tener frío, cualquier cosa".
Alicia recuerda su propia experiencia como alumna de una escuela pública. "En mi caso yo estudié en un colegio del Estado y no era el mejor nivel, pero tampoco era tan malo como ahora". A la hora de preguntarle por qué no lleva a su hijo a una escuela estatal, suspira y se ríe como marcando una obvia realidad y dice, simplemente, "porque no se puede". Finalmente agrega que "por un hijo, y sobre todo por su educación, vale la pena pasar toda la noche, tener frío, cualquier cosa".
Por Agustina Pascua
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agustinapascua@puntonoticias.com.
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